Cuantas personas hay en el mundo, cuantas formas de ver la vida, cuántos sueños diferentes abrigan...Estos pensamientos atravesaron mi mente al pasear por el apartamento. Un apartamento en el que pude sentir el deseo de un hombre de encontrarse a sí mismo.
Era arqueólogo y se pasaba los días, según me contó, excavando en la búsqueda de algo pasado, quizás una piedra muy antigua, quizás un trocito de jarrón en el que alguien un día bebió, quizás un fósil que un día se dejó impregnar para hacer eterno algún ser...
Al pasear yo por su apartamento sentí un grito de lamento que encontraba su alivio al reposar en el encuentro de algo que un día fue olvidado y que ahora él hacia volver a la vida de algún modo.
Aquél hombre de Caen tenía posters de New York por doquier, pero nunca se había atrevido a subir a un avión. Aquél hombre de Caen tenía calaveras, reliquias, botellas de alcohol con veinte años de antigüedad, discos de personas que apenas nadie ya conoce y el retrato de una mujer que le olvidó.
Entonces, al ver las paredes, pude apenas vislumbrar el corazón de aquél hombre que acababa de conocer, pude sentir el deseo oprimido que su pecho albergaba, el deseo de encontrar su lugar en la vida rastreando en las entrañas de la tierra, en las entrañas, en el fondo, de su pasado.
Qué buena...tal vez un hombre que intenta encontrar algún fósil de un pasado mejor que el presente...la diversidad entre las gentes es tan linda ;) buen blog
ResponderEliminarMuchas gracias amigo blogero =D
ResponderEliminarY, se rodeo, de todo aquello deseado;
ResponderEliminarsabiendo en el fondo de su ser,
que jamás podrías llegar
a recorrer esos caminos,
ni a ver, esos rostros soñados
en las noches silenciosas
dónde su ojos fijos,
se paraban a mirar,
el papel de la pared.
Mar Mar