lunes, 26 de diciembre de 2011

Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar

Mi corazón comenzaba a sentirse solo y triste al ver tu maleta engullendo la ropa. Mi corazón comenzaba a latir intranquilo por que el tiempo apremiaba y yo tan solo podía observarte caminar nervioso de un lado a otro, poniendo fin a aquellos días, poniendo un punto final donde yo quería poner puntos suspensivos.

El coche parecía ir más deprisa de lo debido, ningún mísero atasco, apenas un fugaz semáforo en rojo, apenas diez minutos y allí estábamos, mirándonos por última vez. “Ha sido un placer” me decías con una sonrisa sincera coloreada de adiós. Nos besamos, apenas unos segundos, tu boca y mi boca quisieron apretarse con fuerza, como para, de algún modo, eternizar el tiempo que ya se había gastado. Nos dijimos adiós, no fue un hasta luego, no. Nos dijimos adiós con una sonrisa nostálgica, triste y feliz al mismo tiempo. Nada de ya nos veremos, nada de ya hablaremos, tan solo adiós, adiós…Desde el coche pude ver que te dabas la vuelta con cierto aire de tristeza y nos miramos por última vez. Luego lentamente te perdiste entre la gente y tan solo pude mirar al vacío y exhalar un hondo suspiro.

Un avión despegaba sobre mí y con él aquellos días en los que sin esperarlo te conocí y entonces, de repente, sonreí.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Un Flash Back...


A veces, cuando me siento sumergida en la rutina, en aquellos días en los que todo parece insípido, me refugio en el recuerdo y me basta para dar algo de sabor a ese día que no sabía a nada.

Entonces, en mi imaginación, dejo tras de mí una inmensa puerta de madera, y camino calle abajo en dirección a ninguna parte, tan solo camino. La campanilla del tranvía llega a mis oídos desde la lejanía, la misma mujer de cada día vende los mismos panecillos, “1,30 Zl” me dice. Sigo caminando, Karmelicka abajo, con mi panecillo entre las manos. La nariz se me congela poco a poco y el frío me hiela los ojos. Los copos caen, los polacos caminan, se resbalan con el hielo en aquella esquina del teatro Bagatela y miro el reloj “las 12”…y entonces comienza a sonar…es la misma canción, sí, es esa, la que nunca termina, la que siempre resuena en mis oídos, la que desliza entre la nieve el enigma de su final. Con cuidado entro en el mercadillo, el suelo resbala y la gente va de aquí para allá buscando regalos y recuerdos. Collares de ámbar, cajitas con el nombre de la ciudad, camisetas y sudaderas, pieles, juguetes, dragones y el murmullo de las zetas y las eses que abarrota el mercadillo. Salgo y callejeo un poco. Primero voy a Florianska. Muchas personas sujetan carteles y leen un libro al mismo tiempo, otras se frotan las manos y caminan con prisa, otros tocan el acordeón y mientras tanto, la nieve cae y cae sin cesar y yo feliz y calentita con mis botas, esas botas que ahora duermen en mi armario, esperando tristes a la nieve, esperando el chasquido que suena al caminar bajo el invierno nevado de Polonia.

Los caballos son enormes, fuertes y con grandes crines y van de un lado a otro mostrando a los turistas el encanto de Cracovia; parecen mirar de reojo como pidiendo un poquito de calor. Y ahora…camino por Grodzka, al final puedo ver Pod Wawelem y mi estómago suena pidiéndome un codillo bien acompañado con su Tyskie.

Hace demasiado frío, y decido volver a casa. Abro la puerta, subo las escaleras de madera que tanto se quejaban, y me siento en la cocina. Me preparo un café y me enciendo un cigarrillo, entonces en silencio y lentamente se abre la puerta y aparece Tere, con aspecto resacoso, su sonrisa pillina, su mirada entre pueril y perspicaz y se ríe “qué fueeerte” dice con ese tono característico; se desploma en el sillón, me mira sin mediar palabra con su sonrisilla y se enciende también un cigarrillo. Al rato vuelve a suceder el mismo episodio, pero ahora es Cristina la que entra a la cocina, somnolienta nos dice buenos días con su dulce sonrisa y ahí volvemos a estar las tres, con un café y un cigarrito, despreocupadas, tan solo felices, sin nada en que pensar, simplemente unas Erasmus en Cracovia, en el número 4 de la calle Grabowskiego preguntándonos: “¿Esta noche qué?”

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El metro de París



Esta mañana desperté en París. El viento invernal movía las hojas de los árboles en el silencio de una noche que se resistía a despertar. Los pequeños franceses, con sus ojitos aún cansados cargaban con sus mochilas, rumbo a las escuelas. Los camiones daban los buenos días al encender sus motores y las gentes se agolpaban en el tren de cercanías. Una vez en Montparnasse me adentré en la multitud del metro de una mañana parisienne.
Había muchísima gente, infinidad de vidas me crucé en pocos minutos. Algunos sonreían solos, para sí mismos; otros miraban fijamente a ninguna parte absortos en sus pensamientos; otros me miraban; otros leían el periódico o un libro; otros escuchaban música; otros se besaban; otros tocaban la guitarra; otros cerraban los ojos y se dejaban vencer por el sueño... Un sonido de acordeón bailaba por los oscuros y caóticos túneles del metro de una París inmersa en su rutina.
El metro de París me recuerda a un hormiguero en el que cada una de las hormiguitas buscan su pedacito de pan a lo largo del día. A mí me encanta estar entre el tumulto de gente e imaginar a donde irán, cuales serán sus trabajos, que sueños tendrán, en qué pensarán, a quien amarán...
¡Cuántas personas de aquí para allá siempre con prisa y con sus “excuse moi”! Y entre ellos en silencio, con mi música, les veo pasar, imagino que soy una parisina más. Mi imaginación vuela a un sueño que endulza los vagones con atardeceres en Montmartre, con cenas en Le quartier Latin, amaneceres con el perfume del acento francés, y días cualquiera, sin nada especial, en el metro de París, con los parisinos que piensan en sus cosas o escuchan música, sonríen o se besan. Los mismos que hoy tenían prisa y con una sonrisa fugaz me susurraban excuse moi.
Es inevitable, París me quiere entre sus días nubosos como hoy, entre sus excuse moi y sus cafe crème una mañana cualquiera, y si así lo quiere París habrá que hacerle caso...

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Si cierro los ojos

Mi pueblo…mi pueblo tiene un balcón en un primer piso, vacío, sucio y desamparado. Que balcón tan triste, parece cansado de esperar que alguien se siente con él un ratito a ver a las gentes pasar. Cuando alzo la vista allí en su calle, lo veo tan solitario, tan viejo, tan melancólico…
Pero… si cierro los ojos se asoma una niña con ojos curiosos y sonrisa ingenua y despreocupada, que mira de soslayo a sus abuelos con un paquete de palomitas en la mano.
Si cierro los ojos veo a un hombre mayor con el pelo negro azabache, un pelo que no quiso envejecer y que se mantenía tozudamente oscuro, luchando contra el paso del tiempo.
Si cierro los ojos veo una mirada indulgente y llena de cariño, de color gris y un poco verde, que mira a la niña con gesto de amor, que canta coplillas de pueblos cercanos, de amores perdidos de un tiempo pasado, con voz desgarrada de dulce vejez.
Si cierro los ojos el balcón brilla bajo la luna del verano del 93, y puedo ver a aquel vecino de torpe caminar, las mismas lagartijas en la pared de enfrente, inmóviles como mis recuerdos, el mismo gazpacho acuoso y salado, la misma mano temblorosa acariciando mi pelo, la misma risa, el mismo olor, y…aquellas poesías de un hombre de campo que me hicieron amar los versos.
Si cierro los ojos se asoma una sonrisa a mis labios de niña y una lágrima a mis ojos de mujer y mil sentimientos se atropellan en mi alma y lanzan un suspiro.

Abro los ojos y me doy la vuelta, sigo caminando y el balcón vacío seguirá añorando a su niña, a sus abuelos y sus coplas y a sus lagartijas del verano del 93… Pero...
Si cierro los ojos el balcón del primer piso ya no está vacío, ni sucio, ni desamparado, no parece triste, ni solitario, ni melancólico.

Podrán quitarme ese balcón, podrán dejarlo vacío, sucio y desamparado, pero nunca nadie podrá arrebatarme los recuerdos...=)

martes, 22 de noviembre de 2011

A María

Mi primo preferido me dedicó estos versos =)


Dulce prima

que cuando pierdo la esperanza

con sus palabras me devuelve

las ganas de sentir.


Cuando pienso que se acaba el tiempo,

Que el corazón ha muerto,

sus versos me recuerdan

todo lo que el mundo guarda para mí.


Audaz poeta

que deja fluir las palabras,

canta a la belleza de la vida,

y me hace ver

la importancia de escribir.


Amante del saber,

espíritu inquieto,

buscadora incansable,

de la palabra exacta,

de la verdad oculta.


Caudal impetuoso, tormenta desatada,

caballo desbocado, crinera al viento,

torrente de pasión y ganas de vivir.


Deseo aireado, siempre en movimiento,

fuego interno

que lucha por salir.


Amor manifiesto o amor secreto.

Amor permitido o amor prohibido.

Amor ganado o amor robado.

Amor fugaz o amor eterno,

pero amor sin miedo: amor sin fin.


AUTOR: JOAQUÍN CABRERA GONZÁLEZ

domingo, 20 de noviembre de 2011

Mi hermano


Alto, fuerte y atractivo.

Enérgico, alegre y decidido.

Apasionado, cariñoso,

sensible y algo orgulloso.


Hablador incomparable,

soñador de la grandeza,

de París enamorado,

de Napoleón y sus proezas.


Feliz, amable y dulce,

trabajador ambicioso,

amante del coche más grande

para su narciso poderoso.


Risueño, bueno, amado

y a veces, como es natural,

inevitablemente envidiado.


Obsesivo, caballero, cordial,

afable, amistoso, aventurero,

elegante, dicharachero, jovial,

siempre bondadoso y sincero.


¡Cuántas virtudes caben

en un poema tan pequeño!


Pero la virtud mas bella

a ojos de su hermana

Es el brillo de niño

que mantiene en la mirada.


Para mi siempre será mi hermano,

aquél que pequeño y con gafas,

me sonreía al llegar de la escuela.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Málaga


Paseaba yo hace un ratito por el centro de la ciudad. El cielo era azul como de costumbre. Málaga apenas se entristece, pocas veces una nube frívola se atreve a teñir de blanco el inmenso y poderoso cielo azul. Caminaba y caminaba arropada por un cielo sin complejos y por el calor del invierno de Málaga que no quiere olvidarse del verano.

En Málaga siempre hace calor, apenas una ráfaga de viento se atreve a circundar las calles.

En Málaga se escuchan canciones de pobres titiriteros que alzan sus sombreros de sueños perdidos, pidiendo unas míseras monedas. En calle Granada un hombre vende almendras caseras, una mujer promete repartir miles de euros si le compras un cupón y unos extranjeros sonríen sin cesar y con sus fotografías inmortalizan las calles malagueñas. Sigo caminando y unos hombres cuentan chistes en unas mesas, bajo el aroma irresistible de un café. No paran de reír, parecen felices. Un hombre lleva a su hijo de la mano, el chiquillo le cuenta a su padre emocionado que ha ganado en el colegio un partido de fútbol y su padre orgulloso le mira y le sonríe.

Un mimo vestido con periódicos lee irónicamente el periódico, quieto muy quieto, apenas un movimiento de ojos puede percibirse, es como si no quisiera que su vida siguiera su curso habitual y la congelara un ratito al menos.

Un hombre maduro me mira a lo lejos, es atractivo, tiene el pelo cano, ojos claros y camina con elegancia, vestido con traje y corbata. Yo, que no puedo remediarlo, le miro fijamente y de repente…¡ZÁS! Me dedica una sonrisa apenas perceptible…me sigue unos segundos con la mirada hasta que el descaro llega demasiado lejos. Entonces sigue su camino, yo el mío y hemos compartido un ávido sueño, apenas instantáneo que se evapora tan rápido como llega, pero que es una magia a la que ni el mejor prestidigitador puede aspirar. Tal vez unos segundos antes pensaba en su mujer, en su trabajo o en el dinero, y yo fantaseaba como siempre con ser poeta, me sentía feliz y soñadora, ambiciosa y perspicaz. Y de repente todos esos sentimientos quedaron a un lado de la calle, a un lado de nuestras miradas, y en un segundo pude imaginar muchas cosas, tantas o más que aquel hombre, que con sus ojos claros me miró ésta mañana.

Cada cual con su vida, cada cual con sus pensamientos, sus sueños, sus tristezas, sus amores, sus desamores, sus desengaños, sus metas…cada cual pasea, o toma un café, o sonríe, o parece triste, o me mira, o vende almendras…¡Cuantas vidas diferentes! Ojalá quisieran contármela todos.

Y así es una mañana cualquiera paseando por mi Málaga querida, toda una aventura llena de miles de personas que pasean como yo, bajo el inmenso cielo azul que no se deja engañar por las nubes.

martes, 8 de noviembre de 2011

La niñez


Príncipe azul de mi adorada infancia,

has de marcharte sin mirar atrás.

Has de irte con avidez y elegancia

para no volver nunca más.


Príncipe de mis sueños de niñez,

superhombre invencible y soberbio,

has de alejarte con sencillez

dejándome el dulce recuerdo.


Conviértete en hombre común

para que logre encontrar mi camino.

La preciosa historia del príncipe azul

ya ha logrado sembrar mi destino.


Príncipe, sigue tu bello caminar,

tu tiempo a mi lado ha terminado.

¡Príncipe, que mañana al despertar

aspire el hermoso rastro que has dejado!

Y el príncipe se irá

pero siempre quedará…

lunes, 7 de noviembre de 2011

Berggasse 19



Berggasse

Fue un 21 de Febrero. Mis ganas de respirar en la casa de Sigmund Freud me hicieron aventurarme sola en Viena. Caminaba y caminaba con el nerviosismo de un niño en la víspera de Navidad. ¡Qué grandiosas avenidas, que edificios tan señoriales, qué elegancia por doquier! Paseaba por Ringstrasse, una avenida que, según había leído, era la preferida de Freud para sus largos paseos. Entonces, caminando muy inmersa en mis pensamientos, imaginaba a un Sigmund Freud de barba blanca, mirada oscura, penetrante y locuaz, apoyando su bastón acompasadamente, sin dejar de pensar, hilando y deshilando ideas bajo el cielo vienés.

Sin apenas cerciorarme sonreía como una idiota mientras el frío de aquel crudo invierno me daba una bofetada, eso sí, una dulce bofetada, ya que en ese momento mi felicidad y mi emoción eran tales, que ni el frío más intenso podría haberme hecho daño alguno.

Y tras errar mi camino infinitas veces, en parte debido a mi grandiosa orientación, y tras preguntar a algunos vieneses por la calle Berggasse, logré llegar. Sí, de repente frente a mí el nombre de la calle se me figuraba el trofeo de mi larga búsqueda, aquella tarde de invierno, en la que una carrera comenzaba y otra se terminaba…


Berggasse 19, Casa de Freud

Al fin a lo lejos el número 19 se dejaba ver. Entonces me quedé quieta, delante de la puerta, respiré profundamente y entré. Por cada escalera que subía mi emoción se hacía más y más intensa. Imaginaba a sus pacientes subir esas mismas escaleras, cargando con sus neurosis, sus secretos más ocultos, sus miedos…dispuestos a desentrañar el enigma que se ocultaba en algún rincón desconocido de sus mentes. También yo en otra parte del mundo solía subir unas escaleras, cargaba con mi neurosis, y dejaba un trocito de ella mientras las bajaba.

Una mujer con una sonrisa apenas expresiva me abrió la puerta, me dio un libro para mi recorrido por la casa y me adentré en las habitaciones, lentamente, escudriñando cada rincón, buscando cada detalle, y respirando hondamente, como si tratara de oler el pasado. Y podía olerse…¡vaya que sí! a cada paso mi latido palpitaba más fuerte. Y como si me hubiera adentrado en una máquina del tiempo, veía a un Freud apasionado hablando un miércoles cualquiera con su “petit comité”.

No sé cuanto tiempo estuve allí, dando vueltas, una y otra vez, lo único que sé es que se disparó ese día una certeza ineludible: iba a ser psicoanalista, y ya nada ni nadie podrían robarme nunca ese deseo.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Pequeños detalles...=)

Mi madre se llama Maritrini y nunca he conocido mujer más cantarina. Las canciones andaluzas de los tiempos de mi abuela, desde hace años se pasean por la atmósfera de mi casa con melodía de nostalgia. Tal vez por eso me guste tanto cantar.
Mi madre es una mujer sencilla y alegre, un ama de casa que rebosa amor por sus hijos y una admiración enorme por mi padre. Es cariñosa, llena de dulzura y simpatía y tiene una sonrisa permanente en los labios. Me cantaba por las noches antes de dormir y me contaba cuentos.
Cuando estamos juntas me mira y me sonríe espontáneamente, en cualquier momento, porque sí, y me dice con una mirada sincera y tierna: "Que bien lo estamos pasando ¿eh?" Y tal vez tan solo estamos tomando un café en la cafetería de siempre, o comiendo un dulce bajo el manto de la estufa, o viendo una película romántica de los años sesenta, en fin, ¡nada del otro mundo! pero a ella le hace feliz el detalle mas insignificante y es el regalo más grande que me puede ofrecer.
Tal vez pueda parecer trivial lo que ahora voy a contar, pero para mí es una de las cosas más divertidas que vivo cada verano. Mi madre apenas sabe nadar y es realmente divertido verla tirarse a la piscina. En el bordillo se prepara antes de lanzarse a su aventura acuática, infla los mofletes con mucho aire, se tapa la nariz de un modo cursi y levanta una pierna antes de tirarse. Luego nada torpemente, dos o tres brazadas nada más, sin desinflar los mofletes y con los ojos abiertos de par en par, y en seguida para, suelta una carcajada y dice: "¡Ay, ya no puedo nadar más!" Sale al momento de la piscina, con su contorneo sinuoso de caderas se va a su silla y durante horas toma el sol, con su característica pose femenina y sensual que mantiene incluso con su edad madura.
Mi madre tiene una mirada muy especial, pero ella no se lo cree. Su mirada está repleta de felicidad, bondad, sencillez, sinceridad, amor…es una mirada expresiva que no necesita de las palabras. Tiene el ojo vago y es su gran complejo, pero lo que ella no sabe es que mil mujeres darían lo que fuera porque su vida girara con su ojo para tener la vida que ella disfruta.

martes, 25 de octubre de 2011

El país del trebol

Tenía 19 años y volví a mi querida Irlanda. Ésta vez viví en Cork, en un barrio algo a las afueras llamado Ballybolane. Vivía con un chico japonés con el que reí como una chiquilla y un chico italiano, de una dulzura y nobleza infinitas, con los que pasé un verano inolvidable en compañía de una divertida y feliz familia irlandesa: Jim y Ursula O´Sullivan. Jim era motero, tenía una Harley que brillaba en el sótano de la casa como el mayor de los tesoros. A veces me llamaba: "hey María, would you like to see my baby?” Entonces iba yo al sótano, y él miraba orgulloso su Harley, la acariciaba, sonreía y me hablaba de su club de motos. Yo escuchaba atenta y sonriente. Él me hablaba de sus viajes en su amada moto, me enseñaba sus tatuajes y el significado de cada uno de ellos, y después íbamos a la cocina a tomar el té en compañía de sus irresistibles chistes. Ursula era una ama de casa feliz que pasaba las tardes pintando cuadros. Su casa estaba llena de sus modestas obras que a ella le apasionaba crear. Eran paisajes llenos de colorido; había montañas, valles, cascadas y ríos, mares y cielos anaranjados.Yo le decía lo preciosos que me parecían y ella me sonreía tímida y humilde, dándome las gracias. Recuerdo con cariño al pequeño Westie que tenían, se llamaba Mack. Cada tarde me sentaba en el jardín de los O´Sullivan a fumar mi habitual cigarrillo mientras el bueno de Mack me miraba con expresión alegre y atenta. Yo le hablaba y él tornaba su cabecita mientras erguía las orejas, como si estuviera escuchando.



En mi última semana llegó una compañera de habitación: se llamaba Inka y era alemana. Me enseñó algo de alemán y yo a ella algo de español. Inka tenía 19 años y había visto el mundo entero…Cada noche antes de dormir me hablaba de las ciudades que había visto, de las personas que había conocido…Y yo escuchaba emocionada sus aventuras hasta que el sueño cerraba nuestros ojos.
Aquel verano pasé largas noches en Marlboro Street, en un pub cuyo nombre no recuerdo. Era el típico pub irlandés donde cada noche se bailaba la danza irlandesa, se bebían litros de Guiness y un grupo local llamado Arundó tocaba sus canciones.

Con todas esas personas me crucé. Quisieron regalarme un trocito de sus vidas; me regalaron sus sueños, sus inquietudes, sus canciones, su cerveza...me regalaron sus risas, su acento irlandés, su volante a la derecha...me regalaron otra forma de vivir, otra forma de hablar y otra forma de sentir...me dieron vida, y nunca, por más que los años pasen, podré olvidarles.

lunes, 24 de octubre de 2011

A Gustavo Adolfo Bécquer




Fuiste tú el primer poeta que, con volátiles versos y palabras de terciopelo, acarició mi corazón una tarde de invierno. Tú fuiste aquel que me hizo sentir algo desconocido que me atrapó desde muy niña. No sabría explicar que sentí cuando descubrí tus versos audaces, llenos de sentimiento y de amor a la palabra, a la vida. Tus rimas son tu corazón que enjuga unas cuantas hojas de papel. Y con tu corazón entre mis manos, palpitando con una fuerza hasta entonces para mí desconocida, era yo una niña que volaba con tus golondrinas, tocaba el arpa enmudecida, y si habitaba algún latido dormido en mí, se levantaba cual Lázaro con tus versos… 

No pienses...


No creas que es allí donde te encuentras,
no pienses que no estás cuando sonrío,
no creas que te ignoran mis recuerdos,
no imagines que eres parte del olvido.

Estos versos sin nombre ni timón
tal vez torpes y equivocados,
solo anhelan destapar el perfume
de aquellos tiempos dorados.

Para que efímero roce
nuestra memoria al pasar
y se vaya dejando un rastro
muy dulce en su caminar…

miércoles, 19 de octubre de 2011

Ground Zero


Tenía 16 años y Nueva York a mis pies, allá donde King Kong lanzaba su grito furioso a la multitud. La estatua de la libertad alzaba su brazo glorioso hacia el cielo neoyorquino y los taxis se agolpaban en la quinta avenida con sus estruendosos cláxones. Las pantallas de televisión, inmensas como nunca jamás he vuelto a ver, me atrapaban en aquella avenida, haciéndome sentir más pequeña que nunca. No me gustó Nueva York, me pareció una ciudad con grandiosos rascacielos, grandiosos puentes, grandiosas avenidas y grandioso caos. No me hizo sentir bien, es lo único que puedo decir de ella.
Una inmensa ciudad con el fantasma de las torres gemelas. Allí estuve yo, paseando alrededor de la zona cero, donde el silencio rompía con el bullicio del resto de la ciudad. Miles de nombres se agolpaban en una pancarta a modo de homenaje. Pintadas dedicadas a personas queridas se podían leer aquí y allá dejando el corazón apenado y solitario. Una cruz inmensa fabricada con los escombros de las torres se alzaba en la zona cero. Pasé largo rato aferrada a la valla, observando aquella cruz e imaginando cada una de las vidas que se fueron apagando...
Fue entonces cuando fui consciente de que, lo que hace algunos años había visto en la tele de mi casa, era real. Fue entonces, cuando a pocos metros de mí pude apenas vislumbrar un "Amy, I miss you", cuando sentí como si alguien apretara con fuerza mi corazón y me sacudiera para hacerme ver la crueldad de la vida en ciertas ocasiones...Yo era una niña, que apenas había salido del nido maravilloso del hogar y ese día me hice mucho más mayor en un solo instante, me sentí decepcionada en un instante, triste en un instante...y cabizbaja me fui de la ciudad. Tal vez por eso no me gustó NY, pues la asocio a un día inmensamente triste. Y en el bus de vuelta a Boston decidí que algún día era mi deber tratar de hacer más feliz la existencia de unos pocos.

lunes, 10 de octubre de 2011

Auswitchz-Birkenau


Desde Cracovia

Familia judía que arrastraste

el equipaje de la esperanza.

Con él tenaz caminaste

dejando todo atrás con añoranza.


Niño de inocencia pueril

tuviste que olvidar tus juegos,

tu hermosa fragancia…

por culpa del alma vil

de los ladrones de tu feliz infancia.


Os arrebataron la dignidad,

os condenaron a la muerte,

os robaron la felicidad,

con razón aparente.


Os llenaron de dolor,

de odio y de muerte.

El sadismo se apoderó

de sus enfermizas mentes.


“El trabajo os hará libres”

disfrazaba una sentencia de muerte.


Con ciclón B os asfixiaban,

con un pijama de rallas os congelaban,

con tristeza os aniquilaban,

la pena en el campo os embargaba…


Un tren a lo lejos

se acercaba a Birkenau

expirando su lamento…

domingo, 2 de octubre de 2011

Campanas

Las campanas de la iglesia suenan, las escucho desde mi piso de Málaga un domingo.
Campanas, fuisteis mis compañeras de amaneceres cuando era pequeña. Os escucho y vuelvo a ser una niña que despierta en un pueblo de casas blancas que relucen bajo el sol Antequerano.
Suenan y suenan sin cesar, marcan las horas o festejan algo especial o tal vez tristes suenan porque alguien se ha ido a algún lugar.
Las campanas siempre me regalan un recuerdo muy dulce, las escucho y entonces me asomo a la ventana irremediablemente por que quiero escucharlas mejor y sentir el frescor del viento y así poder volar con él hasta mi pueblo, hasta mi niñez…

La vida está llena...

La vida está llena de lluvia, en una tarde de otoño, en la que nos sentamos melancólicos a escuchar como las gotas palpitan en los tejados...

La vida está llena de versos, a veces los encuentro bajo el agua del mar, cuando una ola parece lanzarme el secreto de su rima y parece suspirar bajo el sol del verano y bajo las risas de los niños que con ella juegan...

La vida está llena de ojos, ojos que miran y nos hacen sentir infinidad de emociones. Ojos que cuando con los nuestros se encuentran hacen que el corazón palpite enloquecido, ojos que nos devuelven el sosiego, ojos que nos conmueven, ojos indecisos, ojos perdidos...

La vida está llena de atardeceres; atardeceres rojos o amarillos, azulados o naranjas...atardeceres que nos regalan un suspiro sin saber porqué, y nos hacen soñar como un niño...

La vida tiene libros donde sumergirnos un ratito para sentir un cosquilleo, para reír o emocionarse, para divisar un paisaje impensable y olvidar por un instante el resto del mundo...

La vida está llena de besos, falsos o ciertos, apasionados o tiernos, serenos o inquietos. Pero son besos, de esos que abrigan un corazón desierto, de esos que enmudecen, de esos que enloquecen, de esos que más tarde se van y añoramos y nos hacen sentir vivos...

La vida está llena de secretos, secretos que guardamos queriendo o secretos que guardamos sin querer, y sin saber que lo sabemos...

La vida está llena de sabores. El café durante la tarde es mi sabor preferido mientras trato de escribir unos versos o fantaseo con ser una poeta que vive en París...

La vida está llena de olores. Del olor de la casa donde crecíste, del olor de los libros antiguos que nos cuentan su historia, del olor del que amas al abrazarle, del olor de la tierra mojada que una tormenta le roba al verano...

Y así podría seguir toda la tarde, porque la vida está llena de muchas cosas, que valen realmente la pena.



martes, 27 de septiembre de 2011

Gracias Hilario

Paso por Calle Larios y no me atrevo a alzar la vista. Camino cerca del número 4 y una lágrima se empeña en aflorar...
Siento aún en el pecho el latido aquél inmenso que me producía el desvelado secreto. Sí, el secreto escondido bajo llave en la cárcel del inconsciente. No sabía yo que la llave la tiene uno mismo, pero no sabe nadie que la tiene, o no quiere saberlo. Y la llave emergía cual arco iris después de la tormenta; sin saber cómo, de repente la encontraba.
Siento aún dentro de mí ese deseo de conocer la verdad. Horrible, bella o angustiosa, ¡que más da si es la verdad! y él quería que yo la supiera y me transmitía el deseo de saberla.
Pienso que será sin usted la calle Larios, sin su refugio del saber, sin su refugio que destapa el enigma más enigmático que pueda existir, sin sus ojos abiertos como platos al escuchar, sin incorporarse del sillón inaugurando la llegada de grandes descubrimientos…
Pienso que será sin usted todo aquél que se cruzó en su camino y al que le tendió la mano de la esperanza. La mano que liberaba de las ataduras del no saber…
Pero soy un poco más libre gracias a usted, no dejaré que me atrape la dictadura del inconsciente. Un deseo irremediable por conocer la verdad alberga mi interior, mi corazón palpita con furia ante el deseo de conocerme.

Con cada arco iris era yo un poco más libre y ya nunca podrán atarme, no. Gracias.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Una lágrima

Una lágrima se asoma

al borde de mis párpados.

Sin quererlo se desploma,

siente un tierno cosquilleo y

de los recuerdos el aroma.


Piensa en vosotros,

y temblorosa os busca,

se acerca a mi mejilla

y resbala con dulzura.


Una lágrima corretea

por mis ojos soñadores;

añora aquel café,

añora aquellas canciones.


Una lágrima aparece

cuando menos me lo espero,

será que siente añoranza,

será que os echa de menos…

sábado, 3 de septiembre de 2011

Alfred Hitchcock



¿Quien no ha sentido vértigo con James Stewart, miedo ante un misterioso Anthony Perkins en "Psicosis", intriga por saber que sucede en la mente de Marnie la ladrona o nerviosismo porque un cadáver escondido puede ser descubierto por un criminólogo en "La soga"?

El que no haya visto nunca una película de Hitchcock no ha saboreado el placer del suspense, del misterio, y de lo que la mente humana esconde en lo más profundo de su inconsciente...
Hichcock rodó más de 50 películas, siendo para mí y para muchos críticos "Psicosis" la obra cumbre de su trabajo.
Anthony Perkins interpreta magistralmente a un hombre solitario que vive en el caserón situado frente al motel de carretera que éste regenta. En un ataque de celos hacia el amante de la madre, Norman Bates (Anthony Perkins) mató a los dos conservando el cadáver de su madre al que le dió vida él mismo...
Más de 50 películas y cortometrajes giran en torno a un misterio, ya sea un caso de asesinato sin resolver, un cadáver que hay que ocultar, una mente perturbada por un trauma infantil, sucesos extraños que se ven desde una ventana, una plaga de pájaros asesinos que llegaron de repente a una ciudad...infinidad de historias que en cada cinta hacen sentir un latido de incertidumbre y un deseo inevitable y ansioso de conocer que va a pasar.

Cuando descubrí a Hitchcock, sentí al ver sus películas una sensación difícil de describir.
Tal vez Hitchcock me devolvió en cierto modo a la infancia porque logra crear en mí una sensación parecida a la que había sentido de niña con la escritora Enid Blyton. Pasaba las horas leyendo sus libros, y al final de cada uno de ellos me sentía feliz, disfrutaba del libro como si yo misma me hubiera sumergido en las páginas y hubiera vivido la aventura en primera persona. Nunca más volví a sentir tan bonita emoción, pero llegó Hitchcock y lo consiguió...





miércoles, 31 de agosto de 2011

Poesía...

Poesía, viva estarías aunque nadie te escribiera. Aunque ningún poeta hubiera, para hacer de ti un poema, existirías. Poesía eres libre, misteriosa, bailarina, impetuosa…Nadie puede decirte como debes ser, por que tú eres a tu antojo. Eres el viento, las ondas del mar, la lluvia del verano, el beso repentino, un rincón bello del mundo…
Poesía a ti nadie puede romperte, nadie puede doblegarte, dañarte, someterte…nadie puede restarte ni multiplicarte. Eres indomable como un cometa a la deriva, deliciosa como el sabor de un beso y eterna hasta donde tú quieras. Poesía tu eres el amor, y mientras exista existirás, tan inmensa como el corazón quiera; eres enigma, tan misteriosa como el abismo quiera; eres sabrosa, tan dulce como quieran los sueños… y tan inmensa y preciosa como lo quieras tú, que me miras de una forma que podría llamar paternal, ineludible, tierna, soñadora, nostálgica, romántica… que se yo ¡llámala como quieras!
Poesía…mientras sigas danzando soñadora, caminando ambiciosa, amando con sinceridad…nadie podrá hacerte desaparecer, siempre serás poesía, aquella que se desliza con cualquier suspiro, cualquier mirada, cualquier luna tendida en la noche.
Sí señor, tu eres lo que eres y siempre lo serás, aunque no apareciese tu nombre en un papel disfrazado de unos versos y yo siempre sentiré que vives en mí aunque nunca aparezca mi nombre en un papel…

martes, 16 de agosto de 2011

Besos imprudentes

Besos imprudentes de aquella noche;
labios urgentes que se buscaron con derroche.

Caricias sin demora entre la multitud nos dábamos;
suspiros incesantes en los que nos ahogábamos.

Besos, ¡que imprudentes fuisteis, dejándome caer
en el aroma de su cuerpo, en sus brazos, en su piel!

La urgencia de nuestros labios poco duró después;
su mirada apasionada se perdió al amanecer…

jueves, 21 de julio de 2011

La librería de Versalles


La tarde era lluviosa y gris, un viento otoñal acariciaba el verano de Versalles. En dirección a su famoso castillo paseaba yo, disfrutando con el encanto de las calles, las casas, el dulce acento francés en cualquier esquina, un ligero aroma a café y el olor dulce de una “boulangerie”. Y de repente una librería. Recorrí rápidamente aquél lugar con la mirada, entré lentamente con los ojos abiertos de par en par, como quien descubre un tesoro. Olía a tiempos de antaño. Libros de cocina, de jardinería, de filosofía, de poesía, de geografía, libros infantiles, cómics…toda una infinidad de páginas amarillentas con olor a humedad abarrotaban las estanterías. Libros olvidados que me pedían que les cogiera, que mi mano arrancara la melodía de sus palabras al leerlos tras tantos años en silencio. “¡CUÁNTOS LIBROS Y TAN POCO TIEMPO!” Pensé entonces. En cuestión de breves minutos mi corazón latía con inquietud imaginando las historias que guardarían aquellos libros que viejos y somnolientos se hallaban allí, esperando una mano amiga que les abriera y soñara con ellos. Imaginaba de dónde vendrían, quien los habría leído y cuánto tiempo llevarían esperando allí tristes en su rincón… Estuve unos minutos paseando por aquella librería hechizada por el encanto de los secretos que guardaba…y más tarde salí y seguí mi camino hacia el castillo. Caminaba pensando que si la vida tenía algún sentido yo lo hallaba cuando el corazón me latía del mismo modo que me había latido en aquella librería hechizada, con sus libros amarillentos llenos de historia, en mitad de aquél precioso pueblito francés.

miércoles, 15 de junio de 2011

Cracovia...


Cracovia para siempre



Chicos, os dedico este escrito, un poquito poético :P pero ya sabéis, así es como yo soy, y así es como las palabras se escapan de mi corazón al pensar en vosotros. Gracias por haberme hecho sentir tan bien y tened claro que jamás, aunque no habláramos en cien años, podría olvidaros.

La vida ha querido regalarme vuestra compañía. Ha querido regalarme el crudo y frío paseo invernal por las calles de cualquier ciudad, que se volvía algo más cálido al escuchar vuestra risa. Me ha regalado la nieve, que no había visto nunca. Me asomé a la ventana una mañana y de repente todo se alzaba blanco ante mis ojos y yo no podía despegarme de la ventana, contemplando con emoción pueril los copos caer.

La vida ha querido regalarme amaneceres junto a vosotros que nos han hecho sentirnos vivos, canciones que nos han hecho estremecer, caricias y besos que nos han hecho enmudecer, abrazos y palabras que ya jamás podremos olvidar…

Qué bonita la casualidad, que ha querido juntarnos en Cracovia, compartiendo vodka, bailes, bolas de nieve, ciudades, cafés, Zapiekankis, Tyskies, lágrimas, risas, tardes junto al lago contemplando el atardecer … ¡ganas infinitas de exprimir la juventud!

Y yo que no quería venir a Polonia… yo soñaba con caminar por Roma o por París… No tuve la nota suficiente y no pude ir. ¡Bendito suspenso que me trajo a Cracovia! A veces los errores se convierten en algo tan bello…

Hemos vivido un año en el que el Carpe Diem nos daba los buenos días y las buenas noches y ansiábamos descubrir nuevos paisajes, bailar ebrios hasta el amanecer, conocer personas, reír y soñar con ellas, dejarnos llevar por el deseo, descubrir y sumergirnos en la cultura cracoviana, con sus rosquillas de pan de palomo, como lo llama Teresita; con sus tyskies y zapiekankis; con sus Pzreprazams a la vuelta de la esquina; con su río Vístula postrado al castillo de Wawel; con su barrio judío que desprende el aroma que desprendía hace muchos años y el café en Alchemia que por un instante nos hace sentir polacos en la antigua Cracovia; con su trompetista allá arriba en la torre y su melodía de lamento que nunca termina y que ya siempre nos lanzará su eco allá donde vayamos… Cracovia ¿Cómo vamos a olvidarte si has sido tú el escenario de tantísimos momentos?

Hemos vivido este año con la emoción de un niño que acaba de descubrir el mundo, tiene curiosidad y busca sentir cosas que no ha sentido jamás. Hemos vivido este año con los ojos abiertos de par en par, con un intenso latido de entusiasmo ante una aventura, que sabíamos, sería irrepetible y fugaz. Fugaz como una estrella que corre en el cielo de la noche haciéndonos sentir algo mágico; fugaz como el beso cálido con el que suspiramos y suplicamos que no termine nunca…

Pero se termina, ha sido corto y por eso ha sido tan especial…porque sabíamos que era algo intenso pero pasajero…Y trato de escribir unas palabras que expresen lo que siento pero ahora mismo me resulta inexplicable… solo siento un extraño dolor en el pecho al escribir todo esto, mi corazón se acelera sin querer y tengo una sensación que no puedo explicar de ninguna manera…pero en fin no me quiero poner triste sino pensar que ha sido el mejor año de toda mi vida sin duda, que os he conocido y que cada uno tiene su huequito en mi corazón.

Pff quiero decir tantas cosas… siento tanto que las palabras se escapan ya de aquí, porque no existen palabras para expresar lo que hemos vivido y lo que siempre, a pesar del tiempo, recordaremos. Lo que para siempre será un año mágico y cuando nos tiemblen las manos, nuestra voz arrugada suene contando ésta historia y nuestros ojos se cierren por un instante dejando escapar un suspiro de nostalgia, nuestros nietos sonreirán al imaginarnos en Cracovia…


lunes, 13 de junio de 2011

Mi deseo

En la búsqueda del deseo,

me pregunto desconcertada:

¿Existe el deseo propio

despojado del espejo

en el que siempre me reflejo

esperando tu mirada?


En la búsqueda de un sendero

me pregunto algo perdida:

¿Es tu deseo mi vida

y sin tu deseo muero?

viernes, 10 de junio de 2011

El fin de la infancia

Hace años que me aferro

A lo que tiene que marchar.

Despierta en tus palabras me encierro,

en sueños me lanzo a volar.


Hace años que entre sueños

me adentro en el ancho mar.

Tú parado en la orilla,

yo digo adiós sin mirar.


Hace años que mis sueños

me gritan el fin del mundo

y tú que en él estás

desapareces en un segundo.


Pero despierto y la angustia

sobrecoge mi corazón,

“todavía es pronto, no te vayas,

Aún no me digas adiós”.

domingo, 5 de junio de 2011

El asesino

Hace unos días ví la película "Zodiac". Al terminar, me quedé pensando: "¿Cómo es posible que una persona sienta el deseo de matar y un inmenso placer con ello?". "¿Qué motivo arranca dentro del asesino el goce ante el delito?". Algún motivo subyacente debe haber, espero poder comprender alguna vez la mente criminal...

El mayor de tus goces

con la sangre se derrama.

Un latido de placer

con tu arma se dispara.


Mente criminal,

asesino despiadado,

tu libido se enciende

con el grito deplorado.


Un niño llora,

un hombre se lamenta,

una mujer se niega,

y tu placer se alimenta.


Tánatos por cada rincón,

¿Por qué motivo escondido

un deseo prohibido

alberga tu corazón?



miércoles, 1 de junio de 2011

Aceituneros manchegos



Las aceitunas esperan

cada año ansiosas

las manos que las acaricien.


Aceitunas que cuelgan

del olivo sabrosas.

Caen bajo su sombra

esperando los labios

que las saboreen.


Aceitunas que descansan

bajo el manto del cielo

y bajo el manto de su soñador

olivo.

Esperando al jornalero soñador

que con tenacidad y sudor

las atrape con su abrazo

furtivo.

domingo, 29 de mayo de 2011

Carta a mi abuela =)

Señorita de lo verde, alegre, altiva y altanera, así el abuelo te llamaba.

Elegante y dicharachera, divertida y coqueta, inteligente y guapa. Nada te faltaba abuela.

Y mis lágrimas se derraman al ritmo de tu recuerdo. Quisiera ahora imaginar que me dirías, que consejos me darías, imaginar que te tengo al lado, que tu perfume inunda la habitación, que llena tu fragancia mi corazón. Imaginar que tus ojos me miran con la dulzura de antaño, esa mirada gris o celeste, o verde, o con un tono indefinido. Sí, esos ojos tuyos que querían cambiar, caprichosos, de color.

Una lágrima inevitable se me resbala, no se contiene, te echa de menos y ansía abrazarte, poder contarte mil cosas y beber tu pimentón.

Que bella la vida, que me regaló tu sonrisa, me ofreció una vez tu tierna caricia, tus ojos de gata, astutos y elegantes, tus palabras sensatas, tu carcajada estridente, tu beso indulgente…

Son muchos años ya sin verte. Entre sueños escucho tu voz y puedo sentir tu abrazo, despierto y sonrío con una mezcla de felicidad y melancolía. Entonces es cuando me doy cuenta de que no existe la muerte, porque tú sigues aquí viva, viva en mi corazón. Tu voz resuena en mi mente y entonces me sonrío y miro a ninguna parte, tan solo pienso en ti y a mis párpados se asoma una lágrima cargada de nostalgia. Aunque no pueda verte, aunque no pueda hablarte, olerte y mirarte, puedo sentirte cerca a pesar de tu ausencia.

Y tú, a saber con quien estarás, con quien bromearás, a quien le dirás que se siente en tu balcón a contemplar a los pueblerinos pasar, a quien le cantarás esa canción, a quien alumbrarás ahora con la luz de tu corazón.

Ahora los ángeles disfrutarán de tu belleza, de tu alegre canturreo, de tu cariño y de tu aroma. Dile a los ángeles que te cuiden bien, que te abracen y te quieran, que te cuide el abuelo y le cuides a él. Esperadme en el cielo =)

viernes, 27 de mayo de 2011

Juan Pablo II


"-Santidad, han tirado la cruz de Nowa Huta, ¿qué hacemos?
-Pues levantarla.
-¿Y si vuelven a tirarla?
-Pues volver a levantarla, y así sucesivamente hasta que se quede."

martes, 17 de mayo de 2011

CIENCIA

Ciencia ¿a dónde vas

con ese aire portentoso

soberbio y poderoso

con que miras al pasar?


Ciencia, ciencia egoísta,

todo para tí lo quieres,

el cielo, el aire y los astros,

mis ojos, mi vida, mis sienes.


Pero dime ciencia perfecta,

ciencia que todo lo puede,

donde duerme aquí la célula,

aquí, en mi poema de nieve.


En mi poema de nieve,

blanco como tu bata,

con tu flor de narciso

atada en la solapa.


Ciencia podrás gobernar

el latido del corazón,

pero nunca tu sabrás

del latido su razón.


Ciencia, tal vez mi retina

algún día operarás

pero si ante el amor brilla

eso nunca lo medirás.


Así que ciencia perfecta,

arrodíllate con cortesía,

nunca podrán medir

tus números la poesía.

lunes, 16 de mayo de 2011

La verdad


Mi corazón latía,

la verdad se vislumbraba.

Como de un lejano sueño

el recuerdo se acercaba.


La verdad se resistía,

la llave se encasquillaba,

sin saber que lo sabía

en mi alma ella habitaba.


Desdibujado entre sueños

mi deseo me llamaba.

Sin saber o sin quererlo

mi recuerdo lo ignoraba.


Un carnaval de sentimientos

mi alma se inventaba,

y de la verdad, los cimientos

poco a poco yo enterraba.


Saber o no saber nada,

querer saber o no quererlo.

A la mentira encadenada,

encerrada en mi secreto.


Un deseo inaceptable,

un goce prohibido,

un dolor incalculable,

que se hallan escondidos.


Y hablar, hablar, hablar,

y de repente ser libre

y dejar de naufragar

En ese mar angustioso

que se nada al ignorar.

A Hilario



Calle Larios



Larios, ya no serás jamás la misma,

pero siempre respiraré junto a ti

ese aroma del recuerdo

escondido en alguna parte

queriendo y no queriendo salir.


Larios, tu calle tenía un rincón,

que no muchos conocían,

donde se ha quedado mi corazón,

donde la ausencia apena el alma mía.


Pasear por Larios bajo el cielo Malagueño,

pensando muy muy seria en desvelados secretos

era pasear por la calle de la libertad.


Y para mí, Larios, ya serás siempre

esa calle del recuerdo, del enigma y del secreto

que inaugura ser libre para poder volar.

domingo, 15 de mayo de 2011

el perro solitario del barrio judío


Viejo, la mirada cansada,
con torpes y lentos movimientos.
Tus ojillos se posan en la nada,
Tu lomo se mueve con tormento.

Pasean las gentes frente a ti mirando
el escaparate que te cobija,
pero a ti nadie te mira,
contigo nadie se regocija.

Gordo, sucio y desamparado
pareces sonreír cuando me miras,
pareces pedirme con cuidado
que te regale humildes caricias.

Y siempre en la misma puerta
de la tienda del barrio aquél,
deseando una caricia cenicienta,
allí te mantienes fiel.

Yo con dulzura a ti me acerco,
tu con ternura me miras también.
Te acaricio y la dicha te envuelve por dentro;
tan solo una caricia, ya ves...

miércoles, 30 de marzo de 2011

A mi madre

Un alegre canturreo bajo el manto del hogar,

melodía que feliz danza por cada rincón.

Sonrisas y caricias me dedicas al pasar, y es que

la vida es más dulce si escucha tu canción.


Hablas con estilo y gracia,

sonríes espontánea y divertida,

caminas con especial elegancia,

le das un mejor sabor a mi vida.


Mujer sensible y cariñosa

mujer de adorable sencillez,

maravillosa madre y esposa;

Mujer, auténtica mujer.

lunes, 28 de marzo de 2011

Colmenero Antequerano (A mi padre)


Colmenero Antequerano,

en tu tarea afanado,

que engañando a las abejas,

consigues el dulce manjar

que con esfuerzo han labrado.


Con tenacidad y sudor

caminas de colmena en colmena

y las abejas baten furiosas

sus alas y cantan su pena.


Colmenero que bajo el manto

del cielo y de las abejas

alcanzas con brazo furtivo

los panales que ellas dejan.


Y después, tras un arduo trabajo,

luchando contra esas abejas

degustan los labios la dulzura

que tú, colmenero, nos dejas…

jueves, 24 de marzo de 2011

La mujer

Un crucigrama sin resolver,

un laberinto sin salida,

interrogaciones que flotan por doquier,

una intención incomprendida.


Palabras dulces y sabrosas,

miradas al borde del desconcierto;

ternura y pasión impetuosas y

el camino nunca satisfecho.


La mujer no es sin el hombre.

Sin remedio se ve supeditada

y es el deseo de él

lo que la tiene atrapada.


Para los poetas, poesía.

Un misterioso verso.

En ocasiones melancolía

donde se esconde un secreto.


Saber que quiere lo ignora.

No se sumerge en lo trivial

y su mirada vuela soñadora,

buscando la auténtica verdad.

domingo, 20 de marzo de 2011

París


No sé que tendrá París que no tenga otra ciudad,

por más atardeceres que he visto es el suyo el que me hace suspirar.


Montmartre posee un misterio que no puedo descifrar,

sus calles me evocan sentimientos que apenas puedo explicar.


A orillas del río Sena contemplo a las gentes del lugar

y bajo el cielo naranja y azulado mis sueños se lanzan a volar.


Me siento bajo el manto de Sacre Coeur e hipnotizada contemplo la ciudad,

mientras mis labios acarician la cerveza, que sabe mejor en aquél lugar.


Oscar Wilde, Edith Piaf, del cementerio recorren los rincones;

Pére-Lachaise inunda mi corazón con el eco de sus rimas y canciones.


La Concordia bajo las pinceladas del atardecer parisino;

la torre Eiffel a lo lejos y el arco triunfante al final del camino.


No sé que tendrá París, pero me ha dejado sin razón,

el misterio y belleza de la ciudad me han robado el corazón...