Fuiste tú el primer poeta que, con volátiles versos y
palabras de terciopelo, acarició mi corazón una tarde de invierno. Tú fuiste
aquel que me hizo sentir algo desconocido que me atrapó desde muy niña. No
sabría explicar que sentí cuando descubrí tus versos audaces, llenos de
sentimiento y de amor a la palabra, a la vida. Tus rimas son tu corazón que enjuga unas
cuantas hojas de papel. Y con tu corazón entre mis manos, palpitando con una
fuerza hasta entonces para mí desconocida, era yo una niña que volaba con tus
golondrinas, tocaba el arpa enmudecida, y si habitaba algún latido dormido en
mí, se levantaba cual Lázaro con tus versos…
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