lunes, 9 de enero de 2012

Ausencia...

Calle Larios, tan ancha, tan vibrante. Inundada de comercios, de personas que van de un lado a otro, a saber a dónde, a saber para qué.

Calle Larios, bajo el azul del cielo, un azul que despliega todo su ser sin tapujos, sin nubes entrometidas en su camino. Tan llena de mimos, con sus narices de goma, sus globos y su quietud serena. Tan llena de notas en su bullicio. Notas que se escabullen de un torpe acordeón, de una desgarrada voz o de un quejumbroso violín que lanza su sentido lamento a la tarde.

Calle Larios, inundada de todo, inundada de nada. Ya el camino aquél escondido entre mis pasos se evaporó un día por un capricho del cielo, y mis pies no saben sino titubear.

Calle Larios, tan ancha, tan vibrante e inundada de personas que van de un lado a otro, a saber a dónde, a saber para qué…

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