domingo, 1 de enero de 2012

Volver

He visto atardeceres en el mar Mediterráneo que harían palpitar hasta el corazón más insulso. En la Costa del Sol el imponente de fuego se esconde plácidamente, sin prisas, bajo el mar, allá en el horizonte mientras las olas danzan acariciándome los pies. Parecen susurrarme que estoy en casa, en mi mar, en mi playa, en el hogar al que siempre puedo volver, junto al sol con el que siempre puedo conversar, al igual que mi pueblo de casas blancas e iglesias por doquier, con sus campanas que me cuentan la hora que es o que me confiesan tristes que alguien ya no está o que locas y eufóricas celebran que es un gran día o me transportan a la niñez… En fin, mi rincón en el sur, aquél que con su acento andaluz me dice quien soy, de donde vengo y a donde puedo regresar de vez en cuando para recordarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario